La protesta de los intelectuales es diferente, no sólo tiene qué ver con el hecho de que el gobierno escogió a los escritores, excluyendo a cualquier crítico, sino porque la mayoría de los libros del pabellón están, literalmente, pintados en la pared.
En el pabellón de Colombia hay hamacas, tinajas, jarrones, collares, mochilas y algunos textos de García Márquez, pero la mayoría de sus libros no tienen hojas, título, ni autor, pues son dibujos en los paneles de decoración del lugar.