Interrogados mientras estaban conectados al detector de mentiras que evaluaba a 36 policiales de la dirección administrativa, unos confesaron actos de corrupción y otros no tuvieron cómo negar que lo habían hecho.
Luego de que las agujas del aparato saltaran un patrullero admitió que manipulaba las cuentas de la munición y un oficial que alteraba las evaluaciones de licitaciones para favorecer al que le daba dinero por hacerlo.