La discusión de la reforma laboral arranca con posiciones divididas entre el gobierno, los gremios y sus congresistas. Por un lado, se intenta reversar la supresión de horas extras y garantías de la reforma de 2002 y, por el otro, mantenerlas con la excusa de no afectar la generación de empleo.
Del lado del gobierno están las centrales obreras que como principal argumento en la discusión demuestran que la informalidad desde esa reforma subió del 45 al 58 por ciento.