En lugar de bajar la guardia, una vez posesionado su nuevo gabinete, el presidente Petro salió al balcón de la Casa de Nariño y reiteró su discurso de confrontación con los partidos tradicionales.
Petro afirmó, sin mencionarlos directamente, que los jefes de los partidos creían que lo tenían, «acorralado» y que se equivocaron.
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