El derrumbe que destruyó 22 viviendas y destruyó las cosechas en Abrego, Norte de Santander, no fue inesperado. Desde noviembre pasado cuando se comenzó a represar el agua que lo provocó los campesinos esperaban la tragedia.
Así se lo hicieron saber al alcalde, pero éste visitó la zona para descartar la necesidad de obras y aún sin su permiso se consiguió que la gobernación se comprometiera a drenarlo, pero éstas no alcanzaron a comenzar y se produjo la tragedia.