Desde el diseño de su coraza, en titanio y fibra de carbono, el sumergible Titán preparó su propia tragedia. El diseño cónico de la cabina le permitía resistir las inmensas cargas, que en cada diez centímetros de superficie serían de 38 mil toneladas, sólo faltaba que algún objeto marino cuya acción hiciera plano cualquier tramo de la parte superior para que todo ese peso se sintiera sobre el casco.