Un grupo de activistas llevó un pedazo de iceberg y cientos de botellas de agua para explicarle al público, ante la imposibilidad de hacerlo a los 200 presidentes, que cada segundo se derriten cinco mil como éstos y 17 millones de botellas de agua.
Esta no será una cumbre para recordar lo que sucedió dentro del recinto de la Cumbre de Cambio Climático en Glasgow, sino a las afueras, pues mientras que los dirigentes mundiales echaban sus discursos, los activistas de todo el mundo se unían para hacerse oír más y procurar que la próxima cumbre sí traiga resultados.