En marzo pasado, al término de su reunión con el canciller ruso, Ismail Haniyeh, el líder de Hamás declaró que a su grupo se le estaba acabando la paciencia con Israel. La visita se repitió el pasado 23 de septiembre.
El primer apoyo de Hamás, no obstante, es Irán, cuya influencia religiosa y política es determinante en Emiratos Árabes, Yemen, Qatar, Bahréin, Kuwait, Líbano, Iraq, Turquía y la región del Están, allí los islamistas salieron a las calles a manifestar su deseo de unirse a la guerra contra Israel.
Este es otra de las guerras estimuladas por Rusia, para distraer los esfuerzos de Estados Unidos y Europa en Ucrania, tal como durante una década lo planeó en África en donde, luego de sembrar mercenarios de Wagner, han emergido gobiernos militares en Mali, Chad, Guinea, Sudán, Burkina Faso, Sudán y Gabón, más Etiopía, Somalia y el Congo, de cuyos gobiernos ya era aliado.
En América Latina, la revista The Economist cuenta a Colombia entre los menos críticos de la expansión militar rusa.