El renunciado ministro de Defensa, ahora como embajador en Chile, Guillermo Botero, se encontró ayer con el fantasma de los niños bombardeados de Caquetá, que motivaron su salida del cargo y del país, cuando un colombiano le reclamó por ello.
Era un joven colombiano de Barranquilla, residente en Chile, que bailó para él la danza de la muerte típica del carnaval de su ciudad. Esto sucedió en la celebración del migrante colombiano en la que asistieron parte de la embajada colombiana en Santiago de Chile.
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