El último sobreviviente del grupo fundador de Los Talibanes de Afganistán firmó hoy con el embajador allí de los Estados Unidos un acuerdo en el que los locales se comprometen a romper toda alianza con grupos islámicos radicales y los extranjeros a que más de la mitad de sus tropas regrese a casa en poco más de un año.
No canten victoria, les advirtió desde Washington, el secretario de estado de Estados Unidos a los talibanes, luego de aclarar que no se trata de un tratado de paz, sino de un voto de confianza a los talibanes que, de no cumplirse, implicará una nueva ofensiva.
Los analistas tampoco lo describen como un acuerdo de paz, sino como el inicio de un “diálogo interafgano” que traiga fin a la guerra que ese país vive desde el final de la guerra fría, inicialmente para confrontar la invasión rusa, y que se intensificó a partir de septiembre de 2001 y que a Estados Unidos le ha costado la vida de 2.500 soldados en ese territorio.
En 14 meses, si se cumple el acuerdo, habrán salido de Afganistán más de 7 mil combatientes de Estados Unidos, para que otros 8.500 permanezcan como garantía del cumplimiento de los propósitos del diálogo
Y una decisión similar se espera frente a los otros 8.600 combatientes de otros 37 países extranjeros, que acompañan a Estados Unidos en ese país.