Por cerca de tres horas, el martes pasado, más de cien personas entre los que se contaban vendedores ambulantes, trabajadoras sexuales y migrantes venezolanos bloquearon la avenida caracas con calle 22, EN EL Centro de Bogotá, luego de ser expulsados de pensiones o pagadiarios.
Al otro día la escena se repitió. Más de cien indígenas Emberá fueron echados a la calle también de uno de los pagadiarios del sector.
Entre está multitud de destechados se mezclan desplazados por la violencia, migrantes de otros países, y personas que no lograron un trabajo formal e indígenas que en muchas ocasiones son de nuevo victimizados en Bogotá en redes de mendicidad
En las calles del barrio Santafé en el centro de Bogotá, la cuarentena parece no aplicar, habitantes de calle hacen colas en lugares donde les brindan algún alimento y las trabajadoras sexuales recorren su cuadra a la espera de algún cliente.
No existe un censo actualizado de pensiones y pagadiarios, lo que si afirman quienes trabajan en el sector es que se han multiplicado y sus condiciones cada vez son más precarias.
Casa de la Esperanza es un pagadiario en el barrio San Bernardo, aquí conviven 75 personas.
Aunque este pagadiario tiene normas de higiene y convivencia estrictas, en un reducido espacio comparten niños, adultos mayores y trabajadores informales sin cubrimiento alguno en salud.,
Cómo pueden, hacen una sopa para dos días para los 75 inquilinos, pero para tener algo que echarle a la olla algunos de ellos deben salir, infringiendo la cuarentena.
El viernes pusieron una bandera roja en la puerta y hombres del ejercito les llevaron un mercado, que poco duro para los 75 inquilinos.
El administrador de este pagadiario se ha resistido a echar a sus inquilinos a la calle y no se imagina un escenario peor si el virus llega a su inquilinato de la mano de quienes tienen que salir a buscar comida.
La situación se repite en pagadiarios del barrio Santafé y San Bernardo pues en ellos quedarse en la casa es una opción que la necesidad ni siquiera les permite contemplar.