La selva como santuario de la biodiversidad sólo puede tener explotaciones petroleras bajo estrictos parámetros ambientales, sus tubos no deben interrumpir la vegetación. Pero las bandas criminales posguerrilleras -que conocen sus recorridos- saben dónde romper la tierra y, además de derramar crudo en los ríos, matan la selva y biodiversidad con refinerías artesanales que también son objeto de operaciones policiales.