Una joven que no aceptó el trago que le ofrecía un vecino de su barrio recibió como respuesta varios ladrillazos, uno de los cuales le fracturó la cara, y luego del ataque fue la víctima quien tuvo que cambiar de lugar de residencia.
El vecino no sólo sigue en su barrio, sino que alardea de haberle fracturado la cara, aunque ella formuló la denuncia con información suficiente para identificarlo.
