Dos penalistas activos analizaron la decisión de perseguir a los supuestos manifestantes de primera línea y capturarlos antes de que cometieran un acto vandálico, como un absurdo judicial y de un mensaje de terror del estado hacia los manifestantes.
Dos penalistas activos analizaron la decisión de perseguir a los supuestos manifestantes de primera línea y capturarlos antes de que cometieran un acto vandálico, como un absurdo judicial y de un mensaje de terror del estado hacia los manifestantes.