Si la lógica del clientelismo y de la negociación por votos en las regiones funciona como siempre, los clanes más fuertes de cada departamento continuarán dominando los destinos públicos de sus habitantes.
No es difícil predecir que triunfarán con sus esquemas tradicionales los Char en el Atlántico, los Gnecco en el Cesar, los Aguilar en Santander, la Casa Dilian en el Valle del Cauca y hasta el Clan Name, reimplantado en Bogotá.